Fusilamiento de Agustina Ferro a manos de Los Colorados / Desfile de los Genitores / Foto autorizada: CiudadOcana.com

Fusilamiento de Agustina Ferro a manos de Los Colorados / Desfile de los Genitores / Foto autorizada: CiudadOcana.com

Un escrito de Pedro Castro Trespalacios encontrado en la revista Hacaritama, en su número 76, siendo director de la publicación Justiniano J. Páez, se describen algunos hechos que ayudan a comprender el papel de Agustina Ferro en la causa independentista.

Agustina Ferro 

(Tomado de la revista Hacaritama) 

A esta ilustre mártir de la causa de la independencia le ha pasado lo que a María Concepción Loperena de Fernández de Castro, insigne heroína de Valle de Upar, que la historia nacional también la ha olvidado de hacerla figurar entre el número de aquellas mujeres que rindieron culto y se sacrificaron por la patria.

(…) 

No ha mucho, al pasar por una de las principales calles de Ocaña, le preguntamos a algún colega para que nos indicara cuál monumento se había erigido para perpetuar la memoria de doña Agustina Ferro. Ese amigo, ignoraba quién era esa mártir. Quizás se había olvidado de ella o no sabía qué papel había desempeñado en los anales patrióticos de Ocaña.

Alguna vez leyendo las obras de la Biblioteca Aldeana de Rio de Oro que dirige muy dignamente don Ernesto Acosta, nos suministró la obra de “Los Héroes y Mártires de la Independencia”, que no tiene autor y encontramos catalogada a doña Agustina Ferro, heroína de Ocaña y fusilada en su ciudad natal.

Cuando el Libertador Simón Bolívar ordenó se extrajeran de las poblaciones más desafectas de la Provincia de Santa Marta hasta dos mil hombres para enviar al Perú, se quiso acabar para siempre con los movimientos subversivos que existían tanto en Valle de Upar como en Ocaña. El Coronel Montes de Oca fue comisionado por el propio libertador para ir a reducir a los insurrectos realistas de Ocaña y por una debilidad. permitió al Comandante Eustaquio Valles, del partido del Rey, le dejara pasar un armamento del Paso a Chiriguaná para llevar a Ocaña y auxiliar al Coronel Fernando Figueredo. Este armamento cayó en manos de los realistas “burlándose de la necia confianza de Montes”, el que sirvió para armar debidamente a la división de los “Colorados” y atacar ruidosamente a la ciudad de Ocaña. El 19 de septiembre de 1819 el Coronel Figueredo sitió a Ocaña entró triunfalmente estableciendo el régimen constitucional y legal de la República. El 12 de noviembre del mismo año, la guerrilla de los “Colorados” que dirigían José María y Javier Álvarez y los mulatos Jácomes, volvieron a atacar a la ciudad y desalojaron a los patriotas que huyeron hacia La Cruz (Ábrego) en compañía del jefe Figueredo, que ayudado por fuerzas de Cúcuta en número de 200 hombres, quiso recuperar lo perdido, pero con tan mala suerte que el día 12 de enero de 1820 sucumbieron íntegramente dejando en el teatro más de trescientos cadáveres.

Fue entonces cuando el Coronel Fernando Figueredo se escondió en la casa de la señora Agustina Ferro y ésta, desafiando todas las amenazas que le hacían  inclusive el de ser fusilada, le permitió la evasión para salvarle la vida, ya que por su cabeza, se ofrecían centenares de pesetas. Sabedor Javier Álvarez de la fuga que se le facilitó, ordenó seguirle a la Ferro un proceso verbal y se le condenó a muerte.

El 20 de enero de 1820, a las tres de la tarde, el Capitán Barrera de orden de Javier Álvarez, ordena al verdugo que Anuncie a la prisionera que a las cuatro de la tarde sería fusilada. A las tres y media, las campanas de la iglesia tocan los dobles anunciando su sacrificio, las guardias tocan los clarines y tambores. El sacerdote practica los últimos auxilios espirituales y en presencia de numeroso público de la plaza principal, se ordena pasar a la acusada al banco donde también había sido fusilado el Capitán ocañero Hipólito Gareta el 11 de marzo de 1816, y atadas las manos hacia atrás  el oficial Barrera lee en alto lo célebre sentencia del Consejo Militar. La acusada pide por favor no sean vendados sus ojos y el oficial accede. Pocos minutos después, los esbirros descargan sus fusiles y consuman el más atroz de los asesinatos que gobierno alguno pudo cometer en sus colonias.

OBSERVACIÓN

El historiador don Justiniano J. Páez, sostiene que el Coronel Figueredo a que se refieren los historiadores Restrepo, Groot y otros. es el Coronel Miguel Antonio Figueredo, quien fue Gobernador de Ocaña y estuvo en el sitio mencionado que hicieron los “Colorados”. Esta observación la hizo con base en documentos que reposan en la Notaría Pública de Ocaña. Quizás está en lo cierto y por ello hemos aceptado esa indicación que hace en su obra histórica, de bastante interés y valor.

FINAL

Dejamos complacido a nuestro amigo don Marco A. Carvajalino. exponente de cultura de Ocaña, y ojalá que él coopere como ya lo hemos hecho en Valle de Upar, a formar en su ciudad natal, la mística de doña Agustina Ferro, para que las generaciones venideras se inclinen ante su nombre y la recuerden como la primera mártir ocañera, que subió al cadalso, con valor y orgullosa de ser patriota.

Pedro CASTRO TRESPALACIOS

Ocaña. abril 30 de 1941

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